Sigo tu rastro
Sigo tu rastro, sin saber a dónde
me ha de llevar. La meta no me importa.
El seguimiento es todo, y me conforta
aun sin llegar a ti. Te corresponde
decidir a ti misma quién te ronde,
a quién besar, y cuándo, o qué te aporta
qué presencia, ya frívola, ya absorta,
que en los recodos de tu afán se esconde.
Yo camino, si no en tu compañía,
sí al menos en furtiva cercanía,
en respeto de tu privacidad.
Si me ves, pensarás que voy de amigo,
aunque soy tanto más; y no te hostigo,
ni diré, aunque me abrasa, la verdad.
Lejos (I)
Lejos es maldición, agrietamiento,
tener y no tener, desesperanza,
futuro en sistemática tardanza
que parece olvidar el movimiento.
Hoja seca meciéndose en el viento
con rostro de promesa, en lontananza,
siempre en el horizonte, y que no avanza
de cara a nuestro propio emplazamiento.
Es siempre más allá, en tiempo y espacio,
fabuloso arquitecto de palacio
cuyo esplendor jamás habitaremos.
Pura utopía, sueño combustible
que, al incendiarse, tórnase imposible.
Absurda fe, creer lo que no vemos.
Lejos (II)
Lejos, en ocasiones, se aproxima
con su doble perfil, Jano bifronte,
jinete en nube, desde el horizonte,
rompiendo en lluvia de oro que nos mima,
o en roca adversa que cayendo encima,
nos tritura los sueños. Quien confronte
a pie firme tal golpe, aunque remonte,
no volverá a escalar la misma cima.
Fe y esperanza impelen a la altura,
mas su promesa azul se desfigura
entre las sombras de la realidad.
Y se mira, nostálgico, a lo lejos
como utopía irrealizable, espejos
cuya vida no es vida de verdad.
Cerca (I)
Cerca es calor y júbilo de amante
que vierte incongruencias al oído
en febril arrebato, poseído
por la lúbrica magia del instante.
No es la proximidad aval constante
de permanencia, de orden protegido.
Puede el murmullo de hoy ser el crujido
transformador de firme en trashumante.
Primos carnales son cerca y momento,
y en su inmediato y fiero acoplamiento
radica el triunfo, nunca permanente.
Serán las rosas que al pasar se cortan,
si efímera belleza, nos aportan
si no toda la dicha, un componente.
Cerca (II)
La belleza es más cierta si asequible,
más genuina en la palma de la mano
que en entorno enigmático, lejano,
más fascinante en cuanto perceptible.
Si no está aquí, a mi lado, en su apacible
o impulsiva verdad de primer plano,
será mudo flautín, manco piano,
Venus en desnudez, mas invisible.
No me sirve la flor de tu belleza
si con ella tan sólo se tropieza
vago perfil al fondo de la mente.
¿La belleza interior? Sí, la deseo.
Pero es una mitad. Yo clamoreo
por la unidad completa, aquí yacente.
Cerca (III)
No quiero amores de palabra escrita,
son manjares al óleo, bodegones,
tablas de Flandes, cuyas dos opciones
son vianda a contemplar, tan exquisita,
y hambre que tal visión nos precipita.
Sufrimiento de Tántalo en regiones
de otras zonas del cuerpo en irrupciones
sobre una sombra, en soledad maldita.
Aquí, de voz, conversación vibrante,
sonora y cara a cara, que distante
ni el ojo ve ni logra hablar la mano.
Cerraré esta electrónica ventana
abierta a campo de esperanza vana,
y otra abriré de más calor humano.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Angeles-
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Hace 12 horas
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