SurtidorLa cita con el agua de la fuente,
sedosa y cantarina, me desquita
de la presión del día, y rehabilita
la claridad perdida de la mente.
Surtidor vertical, indiferente
a estatura y vigor, se precipita
sobre su propio impulso, y se limita
a destino fugaz y permanente.
Asta de lanza hacia el azul erguida,
disolviendo la punta en pretendida
rosa sobre sí misma deshojada.
En su lenguaje de cristal me exhorta
a no aspirar muy lejos. Lo que importa
será desmelenarse a la llegada.
Dormidos los relojesMe impregnaba con ella de la vida,
abismado en su fondo convulsivo.
El tiempo, tan trivial, tan fugitivo,
devino consistencia estremecida.
Dormidos los relojes, consumida
la hora final, el ímpetu festivo
cobró carácter de oleaje vivo,
marea azul de eternidad vestida.
En nuestro radical vocabulario,
perdió significado el arbitrario
sentido de orfandad, adiós, mañana.
Aquel intenso, inagotable instante,
sin umbral, sin ocaso, era el semblante
de nuestra propia infinitud humana.
CortesanaDetrás del pecho, una ciudad desierta,
barrida por los vientos, tenebrosa;
bajo el cabello, mente silenciosa,
si rutilante ayer, hoy casi muerta.
Miraba y no veía; tan alerta,
y a la vez tan dormida; tan hermosa,
y a la vez tan marchita, blanca rosa
deshojando su piel en cada oferta.
Y sólo el cascabel de su pericia
rodando al otorgar cada caricia
generaba un acento de alborozo;
más que sonrisa, complaciente mueca,
de quien percibe que en el alma hueca
sólo resuena el arpa del sollozo.
¿Qué habrá sido de ti?¿Qué habrá sido de ti? Frívolos años
de juventud lejana, incompetente,
cuando el arroyo tórnase torrente,
canalizado a océanos extraños.
Creíamos saber. Los desengaños,
con su brutalidad ambivalente,
nos dieron experiencia, insuficiente,
pues no supimos reparar los daños.
Sostuvimos el mundo en nuestros hombros,
dejándolo caer. De los escombros,
nada salvamos ni aprendimos nada.
¿Qué habrá sido de ti, mujer vibrante,
de combustible piel, temple de amante,
que nunca logré ver sobre mi almohada?
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO-Los Angeles-
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