Chaperas, trabajadoras del amor, mujeres de vida alegre,
ni una de tantas befadas encarnaciones del pecado;
ni una vedette proletarias, ni pomposas damas recopeteadas,
ni la devaluada y tropical sacerdotisa de Venus...
con la que quiere confundir a la "prostituta"
su estúpido macho adulador...
Una mujer como el papel higiénico,
-de usar y tirar-
que se toma con el maldito dinero o, con dádivas...
y con eso se auto-proclama su dueño y señor.
Y las utiliza como una pieza de la vajilla cotidiana...
se manosea, se rompe, se llena, y aún después
de todo esto, pretende que se muestre cariñosa
y que lo lamba como si fuera una perra...
No, no es el bíblico reptil
que los tienta con su boca ávida y su lengua viperina...
desde el ya legendario manzano del bien y del mal...
-es ese hombre que un día hizo el creador-.
Y que además, absolutamente todas las religiones
se han encargado de sobre evaluar
y poner por encima de la sin par mujer..
Que el engreído hombre toma, como esclava,
madre, hermana: pero casi nunca como debe ser:
-Compañera y adorada esposa-.
RAFAEL CHACÓN MARTEL
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