Quizás mañana cuando el sol tueste
nuestra piel, en algún hotel perdido en el Caribe;
seamos como dos potros indómitos desbocados,
y raptemos uno de esos simpáticos cochecitos,
y hagamos locuras de niños mimados.
Y volvamos a caminar por estos lares,
cogidos de la mano, sin exabruptos;
el canto de la alondra madrugadora
y el cárabo diciendo en su lenguaje:-dichoso fui-.
Quizás mañana no vengamos solos, sino con una
gran parvada de nietos bullangueros;
y una hoja perdida de este rosal
nos recuerde tus travesuras de niña consentida,
de unos días perdidos en el limbo.
Puede que en la casa del tiempo,
alguna corneja o pájaro parlanchín,
nos de una palmadita al hombro;
con el fin de proyectar una de esas frescas sonrisas.
Tal vez mañana todavía vivan los niños
que llevamos dentro y hasta podríamos
cerrar los ojos para no ver los niños que fuimos;
traviesos como los hijos del trueno...
Tal vez mañana las fuentes cantarinas
consigan saciar esta sed de siglos...
y sean otras las inquietudes, escribamos la historia
en versos para que nuestros nietos la gocen...
RAFAEL CHACÓN MARTEL
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