Se desgranan en silencio,
van desfilando en la orilla,
son las aguas cual las gentes,
que así las destruye el tiempo.
Van por el desfiladero,
descomponiendo la tierra,
son el fruto que ha causado
la mano de los perversos.
El desfile es, del silencio
grandes lágrimas caminan,
son gigantescas, silentes,
que van hacia el matadero.
Como se mata a los niños,
a las madres y a las fieras,
se depreda así los bosques,
en un desfile que aterra.
Como esos hielos callados,
cabizbajos que ni sienten,
son quienes causan la muerte;
y todos la contemplamos
insensibles e indolentes;
¡la tierra, oh Dios, se nos muere!
Impávidos e impotentes,
vemos crecer la barbarie,
y como danza la muerte,
arrebatando las vidas,
de natura y de inocentes.
Lloran los hielos, que se aguan,
lloran las viudas sus muertos,
llora la tierra y el cielo,
también se siente impotente.
Gritan los bosques, la fieras,
Las aves huyen y sienten,
Que la mano de los hombres,
Trae entre sus dedos…¡la muerte!
Y…¡se nos muere la tierra!
el funeral es silente,
la indolencia y la ignominia
calla el gritar de las gentes.
Son gritos desgarradores,
que a Tata Dios no le mueven,
todos somos los culpables…
y la tierra…¡se nos muere!
PREMIADO POR LA U.H.E. CON ESPIGA DE ORO EN PARTICIPACIÓN EN FEBRERO 2014.
JOSÉ RUEDA ARDILA