lunes, 14 de mayo de 2012

TALLER LITERARIO

DÉCIMO QUINTO TRABAJO



LA CENA

Es la última
comida
del día
antes de ir a la cama,
la cena para muchos es el fin del día
para mí el comienzo
de la noche fría.

JUAN JUNQUERA BORRAZAS

UNA CENA

El zorro invitó a la gacela
a una cena.
El zorro impaciente puso la
cazuela con agua a hervir
mientras las verduras se
puso a partir, para cuando
la gacela llegara a la cena el
caldo estuviera.
Lo que no sabía la gacela es
que el zorro quería con sus
huesitos el caldo condimentar.
Pero la gacela era más lista y más
audaz y sabía que el zorro no
era de fiar.
Así que se presentó a la cena
con su amigo el león.
El zorro cuando lo vio entrar
junto a gacela dijo: “ya
este me fastidió la cena”.
La gacela y el león se echaron
a reír los dos al ver la cara
de espanto que al zorro se le
quedó.

CARMEN PÉREZ MARTELL

LA CENA

Los condes de Champiñón celebran el décimo aniversario de su boda.
La condesa ordena a la doncella que tienen que servir la cena en el comedor de las fiestas.

La mesa de ese comedor es para los invitados. Siguiendo sus órdenes el servicio, pone la vajilla más elegante para los invitados.

Llega la hora de la cena y no se presenta nadie.

La condesa desesperada, le pregunta al conde, si mandó las invitaciones y él con un sudor frío responde que se le ha olvidado.

No hay bastantes pañuelos para secar las lágrimas de la señora de la casa.

El señor Conde para consolarla le promete llevarla a un crucero por las islas griegas,… y celebran la cena de aniversario en el comedor de diario para no ver las sillas vacías.

PILAR SÁNCHEZ BARCIA

CENA ÍNTIMA

Un día estaba tan aburrida,
sentada cerca de mi ventana,
observando las estrellas que brillaban,
en el cielo con nubes que pasaban,
bajo ellas una luz escondida
de luna llena que me encantaba.
Mientras el hombre de mi vida
sentado escuchando una sonata,
me invita a una cena sorpresa.
Salimos bajo la lluvia,
entre las calles vacías.
Con mi vestido negro andaba,
como una dama
y mis zapatos de tacones
y un peinado elegante,
y un perfume tan suave.
Llegamos a un restaurante
con luces brillantes.
Cogimos una mesa en un rincón
con una vela encendida y hojas de flores tendidas.
El hombre de mi vida, me miraba,
cogiéndome la mano helada
diciéndome una palabra, que me dejaba,
como una niña mimada.
En sus ojos se va el bolsillo de amor
que me encantaba.
Que cena íntima que nunca la esperaba.
Me felicitaba por los quince años de vida,
que junto a él llevaba.
Nos sirvieron un plato de ensalada,
con nueces y miel, para su dulce amada
y bebidas aromáticas heladas.
Frente a una chimenea. Tomando mi café y soñaba
con mi pareja que con él siempre estaba.

MALIKA EL BAUZIDI

CENA DE NEGOCIOS

No sería la última cena,
pero sería fundamental
en futuras relaciones.
Nos agasajaron con el mejor vino,
por supuesto no el de la casa.
A continuación aperitivos y entrantes
que aparecían y desaparecían
por arte de magia.
El plato fuerte nos pareció titánico,
a pesar de su poca presencia en el plato.
El postre, como siempre, lo más esperado,
llegó envuelto en velo de nata
y aromas embriagadores.
Lo degustamos deseosos
pero su hartazgo llegó al instante.
Un chupito para digerir
Y todo había terminado.
Recordó de lo que habían hablado
y un gran vacío se hizo en su mente.
Recordó risas y sonrisas
que no le decían nada.
Y pensó :
“ Otra cena de negocios
que no sirve para nada.”

Virtudes Roldán

CENA

I

Me he sentado a cenar
y no tengo hambre.
No me atrae la carne,
ni el queso, ni el jamón.
Sólo quiero beber
porque tengo mucha sed
y la bebida aplacará
la desazón de mi estómago.

Pero tengo que comer
porque necesito reponer
fuerzas para seguir trabajando
porque la noche será dura,
muy dura, y necesito estar
despierto para que ninguna
idea se escape del papel.

II

Sobre una mesa de mármol
blanco, tapada con un mantel
rojo, platos y vasos
verdes, cubiertos
dorados y servilletas
azul mar. Las sillas
amarillas cubiertas de fundas
moradas y los camareros camisas
blancas, chalecos y pantalones
negros y pajaritas y zapatos
marrones. Todo perfectamente
preparado para una cena
de grandes ejecutivos.
Para amenizar la velada
un cuarteto de cuerda:
violín, guitarra, violoncello
y contrabajo y un cuadro
flamenco con cantaores,
bailaores, guitarra y caja.
Así todos felices y contentos
con las barrigas llenas
bailarán algún vals,
alguna polca, algún tango,
algún pasodoble, alguna sevillana.
Bien avanzada la madrugada,
cargados de alcohol,
se retirarán a sus casas
a dormir la borrachera.

JOSÉ LUIS RUBIO





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