I
Soy la mujer que impúdica ha besado
la zona de tu vientre, tus pezones,
quien rueda un manantial de sensaciones
que antes de ti no había imaginado.
Eres el mar, soy el acantilado,
reviente en mí tu furia de emociones
irrumpiendo en mis húmedos rincones
la dulce intensidad que he presagiado.
Deja tu voz acariciar mi oído
con ese lánguido, sensual tañido,
de campana en crepúsculos herida.
El último vestigio del recato
borrado ya, dobla por mí a rebato,
y escúchame gemir estremecida.
II
Sin estar junto a mí estabas conmigo,
sombra de piel sobre mi piel desnuda;
te vio la oscuridad, íntima y muda,
de mis ojos cerrados al abrigo.
¿Mis manos o las tuyas? Te persigo
a través de mi cuerpo; se me anuda
tu tacto en la cintura, se hace aguda
filigrana la lengua en el ombligo.
Tripula mi bajel en estos mares,
que aún no son, por abiertos, familiares,
aunque conozca brújula y afán.
Iza mis velas, colma mi bodega,
navégame entre muslos, que ya llega
rodando irracional el huracán.
III
La tempestad ha roto arrolladora
en descarga de lluvias y crujidos;
jadeante el deseo en los sentidos
es pantera que lúbrica devora.
La noche carnal muere, y en la aurora
del sosiego se duermen los sonidos,
y la mente retraza recorridos
que habrá de repetir en otra hora.
Vencidas las palabras, suavemente
yacen sobre el teléfono. Se siente
una entrañable paz a ambas orillas.
Dos mujeres se amaron a distancia;
y tal vez queda más en cada estancia
que un ligero temblor en las rodillas.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Angeles-
DE FACEBOOK - 6187 - UN POCO MÁS ARRIBA DE LA PICOTA
Hace 10 horas
No hay comentarios:
Publicar un comentario