Quebrar un día de oro las cadenas
que nos inmovilizan, y asombrados,
sentir los cosquilleos olvidados
de alas pugnando por brotar; y apenas
agitadas en zambra de colmenas,
cobrar altura sobre los tejados,
rebasando atalayas y collados,
y el pulso acelerándose en las venas.
Y en esta libertad recién lograda,
en que cada mendigo es camarada,
y cada ser atípico es hermano,
no habrá lugar a absurdas jerarquías,
todos iguales, pero no los días,
cada uno un mundo nuevo en nuestra mano.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Angeles-
DE FACEBOOK - 6187 - UN POCO MÁS ARRIBA DE LA PICOTA
Hace 10 horas
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