jueves, 3 de diciembre de 2020

OMNIPRESENTES

  

Eran tan pobres que ni siquiera sabían lo que era la pobreza, tanto; que jugaban a los sones con los ruidos de sus panzas. Sus caras escondidas; eran la amargura plasmada tras los silencios guardados en la precariedad de sus casas. Los  andrajos guardaban tan poca piel que sentían que la desnudez era su riqueza. Sus juegos preferidos eran contar sus costillas y cada hueso que en sus cuerpos se veían con frecuencia. 

Tan pobres que la miseria se esconde tras los harapos para no morir de vergüenza. Corre espantada engullendo distancias, absorbiendo vientos. La persigue la bestia del hambre que va matando los tiempos. Un sabor enmohecido hizo noche en la garganta. 

Se extingue la tarde, cautelosa se pierde en el tiempo, fenece como la ilusión de ellos entre ríos de lágrimas en los surcos de sus caras. 

Arde un fogón a lo lejos, a lo lejos calienta la flama un cuerpo, y en las chispas de las brasas brillan aquellos, sus ojos negros. 

Omnipresentes, ahítos de hambre y estrechez de conciencia, desmayados de injusticia y tristeza; esperan que los que los miran alguna vez los vean.

Olga Mary Olymar -Argentina-

No hay comentarios:

Publicar un comentario