Mujer...
Te hizo Dios de un pedazo de costilla
para que fueras reina y flor del paraíso;
para que el hombre Adán fuera completo
y así pudiera cumplir el compromiso
de llenarte de honores y respeto,
porque sin ti... el sol no brilla.
Mujer...
Eres el germen palpitante de la vida,
eres la fuerza que sostiene la familia;
eres el manto protector del poderoso
porque pones amor en tu vigilia,
alegría en un beso candoroso
y una caricia de ti... jamás se olvida.
Mujer...
Soportas estoica la pasión del embarazo,
sufres con valor las penas de la guerra,
pasas hambre y sed para alimentar a tu hijo;
no pides gloria por conquistar la tierra;
compensas con ese amor que Dios bendijo
a los desvalidos que se aferran a tu brazo.
Mujer...
Pedazo de Cielo con que Dios adornó este infierno,
eres la expresión de su bondad y su consuelo;
por ti podemos confiarnos al futuro,
por ti nos aferramos a este suelo,
sentimos lo que es el ser y estar seguro
aun en las noches sombrías del invierno.
Mujer...
Tienes la sutileza del volar de una gaviota
y la energía explosiva de un volcán;
tienes la pasividad de un mar en calma
y porque eres noble y buena como el pan
penetras con tu amor dentro del alma
con la fuerza constante de una gota.
Mujer...
¿Qué es un hombre si no estás a sus espaldas?
¿Qué es un hombre si no te encuentras a su lado?
¿Qué sería del guerrero si no cuidaras de su
tienda?
¿De qué le valdría el acero más templado
sin una mujer que lo anime y lo comprenda?
¿Qué sería de un niño sin el consuelo de tus
faldas?
Roger L. Casalino Castro -Perú-
Publicado en el libro Siempre iluminadas nunca olvidadas
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