Las uñas filosas y el veneno de sus dientes es dulce y anestesia al hundirse en mi cuello, mientras mi lengua escala los tersos muslos de la Soledad, oigo el idioma de su placer la puerta que rechina, mi lengua en sus pezones, la vieja ventana de madera, cuando ya en su interior chupo su cuello me dice con su aliento que me una antigua gotera es su jadeo el crujir de los muebles en la casa.
CARLOS MARTÍNEZ VILLANUEVA
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