Llegó la hora de nuestra despedida desgajante,
un suspiro triste, ahoga mi postrer aliento,
al tentar el abrazo último de la partida;
recuerdos inolvidables llevo en mi pecho,
de todos ustedes, conocidos en el camino.
Iré a perderme cada día, de tu memoria
al llegar el atardecer taciturno de tu olvido.
Correrá el tiempo y más, os recordaré
en mi mente, pintando días gratos
que vivimos con todos ustedes ¡amigos míos!
sin mancha como el rocío es mi ¡adiós!,
leal y eterno es mi ¡hasta luego!
Juan Rodríguez Jara -Perú-
Publicado en el libro Siempre iluminadas nunca olvidadas
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