Duérmete, chaval, que la olas
te traerán un caballito de mar
para que colgado de tu cuna
por el techo galope a la luna
perseguido por la oscuridad.
Duérmete, mi sol, que si no descansas
tu luz mañana no brillará
y en tinieblas tendremos que caminar
por las calles del barrio
y en el parque tú no jugarás.
Duérmete, corazón, que las estrellas
del cielo contigo quieren soñar
y viajar por el río negro de la noche
mientras los peces saltando van
tras un barquito de vela
que el viento lejos se lleva.
JOSÉ LUIS RUBIO
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