Se Movía la cama verde, se movía
Bella remembranza de esa tarde tan linda
en aquel fin de semana
cuando junto a mi amada de ese entonces,
fuimos a pasar y estar juntos
caminando sin rumbo por la quinta de cabañas alquiladas,
con comodidad en todo su esplendor y naturalidad
en la propiedad que nos invitaba a tirarnos en su pasto un poco alto
que nos tapaba tirados los dos
disfrutando de pasto alto que se movía, se movía,
se movía.
Como nos quedaríamos varios días ella y yo ahí,
nos fuimos más adentro
diciéndonos cosas, lo que cada uno por su adentro sentía
y deseaba entregar, ella y yo sentíamos esa rica comodidad en ese paraíso
de color verde y natural
que con su comodidad invitaba a tirarnos al pasto
para disfrutar de nuestro amor,
sin importar y mucho menos preocupar que la hierba
se movía, se movía, se movía hoy hay cosas que no se olvidan; que no se olvidan
en nuestras vidas
siendo cosas maravillosas,
como recuerdos de nuestra existencia compartida.
¡Qué mañana, tarde, días completos! fuimos y compartimos los dos amados ahí en la quinta verde paraíso
que con rica y sabrosa comodidad nos tiramos al pasto
donde ese zacatal alto se movía, se movía, se movía;
sonando como que alguien o algo se nos arrimaba y soplaba con fuerza
le fui diciendo cosas, lo que por movimiento del pasto
y sonido nos asustaba,
y como pudimos nos levantamos semis o desnudos cogiendo fuerte lo de cada uno del pasto para salir en carreras de ahí y llegar a la cabaña,
donde la hierba se movía, se movía, se movía
dándonos cuenta que nos seguía muy cerca
una gran culebra.
Hay cosas que no se olvidan
que no se olvidan en nuestra vida,
hay cosas maravillosas, como recuerdos de nuestra vida
la hierba se movía, se movía, se movía
la hierba se movía, se movía, se movía
la hierba se movía, se movía, se movía al desliarse
esa tremenda culebra.
Alejandro Madriz Martínez
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