Luego de cinco viajes largos, recorriendo partes de la realidad del mundo, veo, siento o percibo que se ha producido un funesto mal entendido. Algunos amigos con quien he compartido mi inquietud me dicen que hay, en las sombras, una inquina o mejor dicho algunos intencionados de la ponzoña.
Sorprende que luego de estar en muchos lugares apoyando lo que se hace localmente, la respuesta mayor sea el silencio. No pretendo cambiar a nadie que no sienta la necesidad de un cambio social y personal. Tres son las vertientes que me animan en este peregrinar, enmarcadas a una general que es el cambio en la forma de relacionarnos entre nosotros y con la naturaleza, un todo que llamamos revolución cultural: planteamos la posibilidad de integrarse al movimiento Proyecto Cultural Sur;
invitamos a ser arte y parte del Festival Internacional de Poesía Palabra en el mundo, un Festival que acontece en todas partes y; hacemos conciencia de la impostergable necesidad de plantar y/o sembrar árboles, unidos en la Campaña Verde esperanza: Parques por la Paz, Poemas por la Vida.
Sé que determinados poetas y artistas se mueven por el mundo siempre y cuando exista alguien que les financie, no es nuestro caso. Quizá sea por mi carácter algo retraído, no me imagino (ni sé como hacerlo) pidiendo a alguna institución que me apoye con ese insidioso recurso llamada dinero.
Entonces la solución somos nosotros mismos. Pudiéramos dedicar, Raquel y yo, buena parte de nuestro tiempo a cuidar palomas en una plaza o estar en una playa disfrutando del mar y su brisa. Preferimos conocer la realidad humana viviendo la experiencia de recorrer mundo.
Todo misterio siempre es un desconocimiento. Con Raquel, mi compañera de vida por cuarenta años, disponemos de una cifra que ronda los dos mil dólares canadienses más la doble fortuna de no pagar arriendo mientras no estamos en Casa azul y la de que en varias ocasiones somos invitados a cenar o nos brindan alojamiento por algunos días. Asuntos por los cuales estamos profundamente agradecidos con quienes se han atrevido a confiar en nosotros. Con esta fortuna, midiendo los gastos, hemos logrado conocer los latidos de muchos en su realidad de esfuerzos por la vida. Lo que nos da mayor confianza en el ser humano.
La única fuente de financiamiento de que disponemos es el salario llamado jubilación. Sé que en otras realidades los poderes tienen otra óptica para evaluar el trabajo de una vida, nos ha tocada la suerte de caer en esta realidad donde el dinero de la jubilación alcanza para algo. Conscientes de que ese algo no es vivir la circunstancia sino hacer de ella algo mejor, salimos una parte del año al encuentro de otros caminantes.
No estamos aquí para un homenaje, ni echamos a volar estas palabras con ocultas intenciones. Creo en la transparencia y en la constancia. Seguiremos nuestro caminar mientras la fuerza alcance. Aspiramos a que otra sea la respuesta, una que rompa la inercia marcada por el silencio.
Tito Alvarado
Presidente honorario del movimiento Proyecto Cultural Sur
Miembro de equipo de coordinación del Festival Palabra en el mundo
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