Cómo suave tul
inmaculado,
se estremecen
los pétalos de tenue
color nacarado.
Debajo,
la piel ansiosa
de una mujer.
Bañada,
bajo la mirada rígida
de un ser desacertado.
Las flores abiertas;
mostraban con cierta
picardía su sincera
belleza.
En ese lugar
debajo de la nave central
de pronto todo,
se volvió
deliciosamente dorado.
E. Alicia Junco -Argentina-
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