Se han escapado las aguas
que cubrían la vereda
junto a los sauces llorones.
Los lirios están marchitos
recuerdos de la niñez
cubierta por los crespones.
Canciones tatareadas
en callejones y esquinas
quieren saltar a la comba,
y las muñecas de trapo
en camiones de madera,
buscan su príncipe azul
gritando por las aceras.
La niebla envuelve los juncos
turbando su lindo talle
y enmudeciendo su rostro.
El nido quedó vacío,
el campanario desierto
la luna intenta alcanzar.
Ya no suenan las campanas
nadie queda en el lugar.
Las poesías dormidas
huelen a canela en rama.
Blancas flores de azahar
las que le brindó la vida
descansan bajo la almohada.
Carlos Torrijos
No hay comentarios:
Publicar un comentario