Porque velo por mí misma como mi sombra me vela.
Porque un segundo puede ser una eternidad tanto en mis alegrías como en mis penas.
Porque río, coqueteo, me enfado y hasta grito si es necesario.
Porque mis palabras pueden herir sentimientos y los míos pueden ser heridos o no intencionadamente.
Porque hasta en la oscuridad soy visible y ofrezco mis ojos a todo aquel que quiera mirarme mansamente.
Porque he trazado horas, días, semanas, meses y años dando forma a las cosas más profundas.
Porque no comparto la voluntad del miedo…, me aferro a la luz, tiendo los brazos a las heridas sanando mi alma y mi cuerpo.
Porque al igual que una sirena nado con dignidad furtiva por mares y océanos.
Porque aún perdura algo de juventud, de amor y de pasión…, porque el gozo es aún posible.
Porque no quiero perder, ni perderé el dominio de mi persona. No renunciaré a mi silencio, a las noches en vela por un buen libro, ni a mis escritos de sentimientos ocultos.
Porque sé lo que es ser madre, hija, hermana y amiga y me enorgullece querer y sentirme querida.
Porque sé lo que es ser niña, lo que fue ser una chiquilla que jugaba con muñecas, con camiones, pelotas…, o soñar con lindas historias.
Porque más tarde supe también lo que era hacerse mayor y cargar con las obligaciones tanto impuestas como propias.
Porque ahora digo NO cuando quiero o me viene en ganas y me quedo tan pancha.
Porque ahora sé más que ayer y seguro que menos que mañana…, y precisamente por eso…, porque aprendí y confié a ser lo que engendraron mis padres…, mujer…, ser mujer a mucha honra.
María Pérez Lima -Conil-
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