Hay un medio-maniquí, en un rincón de la pieza.
No tiene busto, y lo particular, es la delineación
de las piernas y la perfección de los pies.
La sombra de la pelvis, obsesiona.
Ocupé la pieza y el maniquí estaba allí, y su lugar preserva.
Conocerle trastornó mi rutina diaria y
a veces pienso que la vida es un día, un largo día sin amor.
Ansío ser el sí de las preguntas del mudo maniquí , y la vida
perdone a quien en soledad miente,
a quien en la soledad se hace daño, digamos…, suicidarse,
o cosas de esas.
Nexos conceptuales hacen que aquello que da vida sea causal
de muerte, digamos…, el agua, el viento, el cruel tormento.
Y mi amor al desamor le es fiel, como el loco a no pensar,
a no saber, ¿en qué profundo estanque se habrán ahogado
mis barquitos de cartón? ¡los que hicieran manos blandas!
Del Libro TROCITOS DE ELLA EN MÍ de
OMÍLCAR CRUZ RESTREPO
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