El burro
Yo soy éste que veis,
aturdido y sin carga.
Mi dueño es un anciano al que
-sin ruido ni aspavientos-
se llevará muy pronto la tristeza.
Después estaré solo
y seré totalmente innecesario.
El Fuego
El fuego
No me oprime el dolor,
sino el presagio del invierno,
sentir el fuego como triste
ausencia de familia
y no poder oír, ya nunca,
el canto estremecido de la leña...
El carro
Roderas de añoranza,
sonatas de silencio,
ejes desengrasados,
traqueteos de ayer, interrumpidos
por soledades quietas.
El barro
El barro fue la forma
de la casa, la casa
la forma de la dicha.
La dicha fue atraída
por la ciudad, quedando
la forma de la muerte.
El olvido
Se fueron.
Ácremente se fueron.
Y todo lo dejaron al olvido,
incluso la araucaria que, en el patio,
persistente y excelsa,
aún apunta hacia Dios para que nunca
le falten los azarbes de la lluvia.
Mariano Estrada
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