Desterrado vagué por siete mares,
profundo desencuentro,
entre la luz del sol y los azares.
Solicito momento.
Hoy busco con pasión, con insistencia,
en la arena del miedo.
Me habita fortaleza que en los torpes,
creciente melodía,
decora tatuajes sin pintura
en pos de la amargura.
Y quiero ya partir de nuestra tierra,
que vive de mentiras;
y ruego por salir de tanta guerra
obtusa y denigrante.
La vida me permite delirante,
volar la voz y el alma,
hasta los pechos trémulos, sin calma.
Me hallé en esa locura
cuyo tinte diverso, en empatía,
se adiestra con un verso
nacido de constancia y valentía.
Amor, ¿quien lo diría?...
Me inspiran ruiseñores y palomas,
en vientos medievales.
No crecen porque sí los temporales
que adiestran a las mentes;
espíritu de muerte con la vida
es son de mi partida.
Mañana tocaré a tu puerta aciaga,
tú sabes si abrirás.
Yo quiero para ti aquella biznaga...
Mas dices: ya no más.
Carmen Azparren Caballero
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