El mundo es mío.
Dondequiera que vaya
arrojo rosas a todos.
El artista ama cada vena poética que percibe su palabra.
¿Cuál es mi dolor, la miseria?
Todo se estrelló conjuntamente con la explosión:
yo canto.
De esta manera aumenta el gran himno del dolor de senos felices.
Del libro El altar de las rosas de Edith Södergran -Suecia- Traducción Hebert Abimorad
Publicado en Periódico de poesía 99
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