Ahora la taza de café resguardaba una invisibilidad sórdida, detective privado disfrazado de escritora, cacería de personajes; que desde el balcón de enfrente se preguntaban si el rehilete era un signo con un código oculto... Inició la lluvia veraniega; débil con una apariencia de acidez lúgubre. Esta vez la Nouvelle logró zafarse de la engañosa y astuta mujer, dejando a los participantes de la misma bajo la anunciación de una tormenta...
Elizabeth Ocampo Salgado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario