Aquel día pasajero
llegó una gaviota al puerto,
dormía yo en un florero,
estaba ya casi muerto.
Sentí el fragor de sus alas,
respiré un poco de viento,
resucité en unas charlas,
cuando moría de tiempo.
Le dije que era temprano,
que la noche era mañana,
un leve toque de mano,
enamoró a mi callana.
Esa noche me enterraron,
vino presto el enterrador,
gritó que ayer la casaron,
y me echó a la fosa de amor.
Jesús Guadalupe Morales
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