domingo, 23 de julio de 2017

APOCALIPSIS DE BOLSAS DE PLÁSTICO


Eran las siete de la tarde. El aire estaba quieto, inmóvil, como en una acuarela. De repente, sin previo aviso, se levantó una brisa. Traviesa, agitó las bolsas de plástico de los caramelos, revolvió las bolsas de plástico de los supermercados, levantó hacia el cielo las bolsas de plástico de los cien mil millones de envoltorios de todo tipo, reventó las bolsas de plástico que contenían todas las basuras del mundo. Hizo suyas todas y cada una de las bolsas de plástico del planeta, y las abrazó, elevándolas hacia la cúpula celeste.
Sobre la tierra, flotando en libertad, las bolsas de plástico de los congelados, y las bolsas de plástico de los recipientes de limpieza, y las bolsas de plástico de los juguetes, y las de los fusiles automáticos, y las de los preservativos, y las que cubrían a los cadáveres, y las que protegían a las flores, o las que contenían bombas, se empezaron a unir. Todas y cada una de las bolsas de plástico
del mundo se fundieron en una única y enorme bolsa de plástico.
La gran bolsa de plástico, en la que estaban todos los colores, y todos los olores del mundo, y también todo el daño, y todo el placer, de golpe abrió sus grandes y plastificadas fauces, y se tragó al planeta Tierra de una sola vez. Luego, se cerró herméticamente sobre él, e hizo un nudo que cerraron una bolsa de plástico tercermundista y otra bolsa de plástico occidentalizada.
A eso de las nueve de la noche pasó el camión estelar de la basura; un trineo enorme como un sistema solar, arrastrado por una ojerosa vaca de tres cabezas.
Casi sin pararse, el animal galáctico agarró con una de sus pezuñas la bolsa de plástico que contenía todo un mundo, y la arrojó, sin contemplaciones, al contenedor que transportaba en su trineo.
Después, el camión estelar, que recogía todas y cada una de las basuras del Universo, se marchó en dirección a la zona oscura de la galaxia, donde se reciclaban todas y cada una de las enormes bolsas de plástico repletas de basura que se producían, de vez en cuando, en algún rincón de ese o cualquier otro Universo alternativo conocido, o por conocer.

Francisco José Segovia Ramos (Granada)
Publicado en la revista Aldaba 33

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