A Anibal Alfaro
Un silbido largo,
haraposo, final,
le hace un tajo a la tarde.
Alguien dice: "son ánimas".
Y el niño que oye todo
sabe que el día que resta
colgará boca abajo
desinflándose
como una camisa en la soga de la ropa,
que no caerá la noche en la ciudad
hasta que se sepa
el nombre de ese muerto
que vino a desterrarnos.
No hay sutura
de
tiempo
en
tiempo.
Los hombres no se alarman. A veces
pasan por aquí
bandadas de otro mundo.
Del libro Nunca de Leopoldo Castilla -Argentina-
Publicado en Poesía del mondongo
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