martes, 4 de julio de 2017

3


Descorro espesos cortinajes
que mantienen oscuro mi cuarto.
Doy entrada a la luz
cegadora que lacera mis ojos
heridos por el dolor.
Bajo el almidón de la sábana
abarco mundos inimaginables.
Asomo al mundo mi rostro
hasta acostumbrar la retina
a los destellos de luz
que vencen sombras,
agujeros negros
y materias oscuras.
Las dilatadas pupilas
contemplan la realidad.
Siento el impacto del albor
como una metralla perforadora.
Miro a mi alrededor, casi a ciegas.
Recobro el contacto con el mundo
despertando el alma aunque duela.

Del libro Realidad recobrada de Irelfaustina Bermejo
Publicado en Acantilados de papel

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