Cansado de la tierra vine al agua
del mar, como a una Tierra Prometida.
Aquí mi corazón volvió a la vida,
al beso de la luz mediterránea.
Se alzó sobre las olas, viento y ala
de un barco sin timón, a la deriva.
Y fue potera y pez, arpón, herida,
rumor de tempestad y mar en calma.
Y ya sobre el azul, gaviota blanca,
sintió la sed del mar en tal medida
que quiso hacerse sol y se hizo alga.
Al filo de una roca puse el alma,
que fue, como la arena, sacudida
por cantos de sirena hacia la playa.
Del libro Tierra conmovida
Mariano Estrada
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