La pequeña va y viene.
Sola y por montones.
La compañía es apariencia.
A diario repite la rutina.
No se cansa de batallar.
Con la carga a cuestas
de su pequeña y endeble espalda.
Lo lleva con todo, a su pesar.
Una y otra vez, cada día.
Hasta que llega el momento,
la paz en el descansar.
Duerme y sueña que alguien le dice,
despacito, al oído, antes de despertar:
Quiérete a ti mismo.
No te quieras como se desea a la manzana.
No como se quiere a una media naranja.
Quiérete a ti mismo,
sino lo haces por ti nadie más lo hará,
sino es a cambio de perderte
en la apariencia de la compañía.
Y a las seis de la mañana
despierta la pequeña, va y viene;
sola y por montones; la compañía
es apariencia y en su diario escribe
la misma rutina.
GILDARDO CARRIÓN
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