Ni con los teros del temor,
ni con el cocoliche dulzón de la garganta,
tampoco con las piedras que tiramos al río
pudo hacerse el poema.
Tal como entonces, la comadreja mueve
con hocico pragmático su cría, reasegura el tiempo.
Faltan aquellas piedras, claro, y no hay voces
venidas de Calabria a colmarme de amor.
Pero el miedo es un lecho donde yacen ahora
la carroña y la máquina.
Infancia: ¿todavía construyéndote en mí?
Benvenuta nostalgia.
Del libro "Creés mirar lejos y otros poemas" de
José Emilio Tallarico -Argentina-
Publicado en el blog elescribidor
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