Quisiera creer en nosotros,
pero veo todo eso que contamos,
que a veces, incluso,
creemos y no puedo,
por menos, que dudarnos.
No puedo desmigar lo ya vivido,
lo ya luchado,
pero quisiera
dudar de mis certezas
y hacer certezas de mis dudas.
No me parece propio perdonar
a quien me ha dicho
que somos humanos;
no me parece oportuno,
condenar a quien ha dudado…
¿Por qué me mentís…,
por qué os miento?
Las palabras
no son letras de canciones,
son milongas,
son derramamientos de vida,
aullidos a la muerte,
a la noche,
a esa luna que no miente
porque no puede,
porque el blanco no le deja,
no le permite recordar
ni olvidar lo que ha escuchado.
No pensemos que las quejas son posibles,
las protestas no son tenidas en cuenta
y las manos, en oración,
no expresaron, nunca,
una sola palabra.
Reza…,
que tu rezo sea tu rezo…,
aunque no tenga palabras,
y no descargue su ira
en ninguna visión extraña.
Reza,
que tu rezo sea tu espada,
tu conciencia,
tu deseo de ser,
sin necesidad de ser nada.
Ora,
que no se hielen tus palabras…,
que no se pudra tu mirada.
Reza,
que al orar,
la muerte descansa…
Julio García del Río
No hay comentarios:
Publicar un comentario