Conocí a alguien quien tomo todas sus emociones,
las enterró muy dentro de su pecho,
y dejó que una de ellas tragara la llave.
¡Ese sujeto ya no tiene rostro!
Sólo el reflejo que a diario se acumula en el espejo.
Siempre son de carácter contemplativo,
como la escultura aferrada a un instante perpetuo.
Comprenden lo que a toda mirada es elusivo.
Y es que las demás han decidido tener el telón frente a sus ojos.
Consumirse periódicamente en una continuidad rampante,
más en humilde abrazo extienden la flamante antorcha.
Y ofrecen su humanidad; dulce es la miel del higo.
¡Probar de su vientre!
Y la gran farsa se expondrá desnuda;
para que observes la podredumbre de frente.
Del libro inédito Alegorías de
Dante Lara -México-
Publicado en la revista Letras Salvajes 16
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