Se oscureció el sol de mi vida cotidiana.
Errante peregrino que sin ley y sin alma
vas sembrando sufrimientos, zozobras
Y yo tranquila en mi edad no te esperaba
Y como un felino agazapado y morboso
entraste en mi vida, entraste en mi casa.
Serpiente envenenada rozaste mi piel.
Tu beso emponzoñado, pavor, lamentos
Pero la ciencia, la familia, los amigos
y el amor a la vida escudó mi defensa
y juntos luchamos, ruin bestia, y te ganamos.
Te ganaremos siempre, con tesón y esperanza,
¡Te ganaremos siempre!
Rosa Ordóñez Martín -Estepona-
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