-Las estrellas son los sueños que no cumplimos. Se escapan y van al cielo y allí forman constelaciones de deseos imposibles-
Tal vez tengas razón, pensé mientras encendía un cigarro que hacía el número no sé cuántos del día.
Estaba mirando al suelo. Una hormiga correteaba entre las sombras del banco. Creí que eras tú la silueta que se formaba al echar al aire una calada, pero también el humo se difuminó en el infinito de una tarde de resaca. Quizás el humo y tú seáis lo mismo.
Ordeñar cada minuto. Escupir cada pena. Sentir que el mejor calor es el humano y la mejor comida se hace con leña.
Caliente la cerveza, la dejé caer por mi garganta. Tu mano acariciaba una canción que hablaba de cruzar a la otra orilla… ese Josele y sus Enemigos…
Los pájaros comentaban como les había ido el día antes de irse a dormir entre las ramas. Parece que tienen mucho que contarse cada tarde. A veces supongo que me gustaría ser pájaro y tener algo que contar alguna vez.
Olvidé que se me olvidan las cosas y me acordé de toda una noche de exterminio de neuronas. No buscar un final porque éstos llegan solos.
-¿Por qué las mierdas no van o vamos a tener sentimientos?- Volví a preguntarme en voz alta como toda la vida.
En ese momento, quizás como respuesta, se escondió el sol.
FRANCISCO TOMÁS BARRIENTO
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