No puedo controlar al que me habita,
ese otro yo con ínfulas extrañas,
el que revuelve todas mis entrañas
y exasperado, en odios precipita.
No puedo con su genio de eremita
ni con su estilo, dado a las patrañas,
ni logro deshacerme de sus mañas
ni sofocar el fuego en que crepita.
Aún así, felices convivimos,
por tener en común una esperanza
afanosos los dos, en mi esqueleto,
como Quijote con su Sancho Panza,
como la flor y el sol, que recibimos,
como el silencio puro.Y en secreto.
RODOLFO CAVALLO NOETZLY
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