En una ceremonia que dura todo un día, los habitantes del atolón Addu soplan enormes caracolas cónicas. Después, aliviados, comienzan otro año de silencio. Es que con esa música que el viento aleja se van las penas, dicen.
Llamativamente, las ballenas de breve cauda de aquel mar insular tienen el canto más triste y melancólico del mundo.
MÓNICA ORTELLI
Publicado en el blog nivaranicuchillo
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Hace 4 días
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