Para los esquimales la aurora boreal es un sendero sinuoso que conecta con el cielo. Se puede subir pero otros espíritus pueden bajar.
En Finlandia piensan que son las colas de los zorros que chicotean en el hielo y desprenden chispas.
Lo mío parece ser un problema en el ojo, conexiones trastocadas en el nervio que discurre hacia el cerebro. Escotoma centelleante, me han dicho que se llama.
Yo me pierdo en mis luces internas, y corro con los zorros, y saludo a los espíritus que suben y bajan. Mucho más entretenido que un cortocircuito de morondanga.
Gabriela Baade -Argentina-
Publicado en la revista Ficciones Argentinas
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