por evitarse muerte prematura;
y era el rosal sombría desventura,
y la mañana se negó a nacer.
“Ni voluntad encuentro, ni placer,
para mi canto”, el ruiseñor murmura;
y el rumor de la brisa en la espesura
se apresuraba a desaparecer.
“La vida en sí es un riesgo, breve o largo”,
dijo la rosa, y su temblor amargo
tornose en carismática fragancia.
Dejó abrirse los pétalos, consciente
de que una vida corta es suficiente
a quien logra imprimirle relevancia.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-
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