Insitís en llamarme por las noches
y ya nadie escucha a pesar del intento.
Quise darte algo más que brumas
y no pude contener el desánimo
del lino que ellos miran,
los gestos futuros de la pereza
y las horas ofrecidas al temor.
Para qué llamar y llamar
si ya me viste cubierto de frío,
si ya perdí la calma al encontrar la quietud
en el aroma a tierra húmeda,
lejos
de los jardines que no habito.
Quiero decir:
una ventana que recorta la luna
y la intensidad de la noche.
Conrado Yasenza
Publicado en la revista Molino Rojo y Fernet
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Hace 2 horas
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