Indefenso, desmembrado,
polizón de la locura,
mi sensatez gritada en vano
y la amargura
corriendo en cada uno de mis trazos.
Derribado, sin estrado,
mis palabras te murmuran
sin salirse de mis labios,
y te buscan,
paladar de mis fracasos.
Solo gruñe mi garganta,
desconfío de lo bueno conocido,
y en el filo de esta calma
desvarío.
No más reinos en mi cielo,
no más débil servidumbre
fuertemente acomodada
a la paz de mis costumbres.
No más reinos en mi cielo,
no más débil servidumbre
tan ajena al mar de luces
en que flotan mis anhelos
y los versos que te sufren
a ventura de los vientos.
Gustavo González -Valladolid-
domingo, 9 de junio de 2013
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