Un musculado abdomen tensa el día
hasta el ocaso. Canto y cisne, escora
con flacidez el horizonte; y llora
con lágrimas de amor la oscura noche.
Te estrujo contra el pecho: ¡ya eres mía!
Por tus hombros desnudos, soy la aurora;
y no amanece. Al despertar la flora
el beso quiso ser melancolía,
y vuelvo junto al mar; y ya te has ido:
espuma y sal, deshecha en olas; barca
y remos, en los ojos de la bruma
perdiéndote, hundïéndote en gemido
y penas. Te he encontrado, en ese arca
del ayer: la manzana que rezuma.
Antonio Ramos Olmo. ESPAÑA.
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Hace 3 días
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