tan dulcemente a veces abrazada,
y por su condición de iluminada,
tanto más preferible a la cordura.
Tal enajenación no es desventura
sabiendo regresar de la escapada.
Soñar es derramar sobre la almohada
la absurda insensatez que no perdura.
La razón, la prudencia, son del día;
la noche es emoción y rebeldía
sobre cada principio o reglamento.
Quiero ser medio cuerdo y medio loco,
para que cuanto sueño y cuanto toco
tengan en mí puntual acoplamiento.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-
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