Tarde envuelta en rojas llamaradas.
Cielos eternos despedazan
el ocaso certero de los astros.
Viento que concibe quiebros
y compañeros que caen.
El cobijo agrietado del recuerdo
olvida este presente:
aun aislados los tormentos
todo es desolación.
Cabe un ojo en nuestra riqueza
y no flaquea el insano designio
de un redil de locos.
La tarde se deshace
en partículas de luces quemadas.
Del libro POEMAS DE MALVINAS de Ricardo Rubio
Publicado en el blog ricardorubio.blogspot-com.es
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Hace 3 horas
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