sábado, 9 de marzo de 2013

HISTORIA MENOR CON ACEITUNAS NEGRAS


Yo salgo por Urquiza hacia el oeste / o bajo hacia el sur por Avellaneda / -tampoco son tantos los destinos previsibles- / pero hace unos días que el café me resulta indiferente / que los libros que llevo son apenas estructuras vacías / que los diarios se repiten en sus arduas parrafadas indescifrables / y que las compras en el supermercado de a la vuelta se redujeron a mínima demanda /
con decirte que ni siquiera las aceitunas negras / que traen para mi gula los gallegos que habitan tu manzana / motivan mi apetito /
y no es que el paisaje cambiara demasiado / más allá de las cortinas bajas o del sol gomoso / tampoco cambió demasiado la situación habitual / porque a decir verdad era poco lo que nos veíamos /
el problema pasa / se me ocurre / por esta subjetividad de la esperanza /
yo llego palpitante como siempre a la proximidad de las esquinas / batiendo el corazón en vigilia su oquedad monocorde / porque en ese temblor inexplicable que se adueña del cuerpo / crece inconsciente la expectativa de girar y de toparme con vos /
pero no /
me abismo cuando caigo en la cuenta de que esa posibilidad ya no existe / que la escena se mudó de sala / que son otros los actores que te rodean y que es otra la compañía / que no hay nada que abrigue la esperanza de un retorno a beneficio / y que la gira se prevé muy larga / que el teatro se vendió para otros fines / y que mis tiempos se vuelven cada vez más blandos y más cortos /
y es entonces que me digo para qué las aceitunas / para qué los libros o el café o el diario / si la única razón que me movía hacia la trivialidad del consumo / era la íntima y gozosa sospecha de encontrarte / y de darnos ese abrazo ligero / como si alguien nos mirara a escondidas desde un palco en penumbras / como si los dos pensáramos que el otro era el que estaba en falta


CLAUDIO PORTIGLIA -Argentina-
Publicado en la revista Gaceta Virtual 74



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