De cuando rompió el silencio
alentado de dudas.
De cuando descubrió una isla en su interior
arrollada por los miedos.
De cuando miró alrededor
y comenzó a construir su débil fortaleza.
De cuando recuperó los pedazos añicos,
de cuando volvió al silencio
para no nombrarla,
para deshabitar el regreso.
De cuando desordenado
y sin pausa
eligió el sonido inútil, quieto.
En la trinchera de su palabra
guarda una flor
crecida en una grieta
Marta Comelli
Publicado en la revista deliteraturayalgomas
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