Besando tu silueta en la pared
me vuelvo loco, y sangro, y no te espero.
No pude darte más que pesadillas.
En las calles, hay tan poco silencio,
palabras repetidas sin sentido...
Me escapo, ya no sangro, no te espero.
Las lágrimas me cuentan de tu ausencia,
me alojarán por la noche cuando vuele
por mis venas, entre estrellas fugaces.
Gonzalo Salesky
Publicado en la revista Nevando en la Guinea 32
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