martes, 8 de enero de 2013

DESTINO DE LABRANZA


El nuestro es un destino de labranza,
de rústicas liturgias,
de simientes,
calendarios de luna,
rebeldías
y esperanzas de sal en los sudores.
El nuestro es un destino de conjuros.
Porque salimos a encender los soles,
a buscar el enigma en las raíces,
a descubrir,
de pronto,
entre terrones,
la altura enharinada de la espiga y su esencia de panes absolutos.
Hubo tiempo de andar,
camino adentro,
con el alma oxidada, hambrienta, herida,
vendimiando sollozos eventuales,
temblando ante el silencio de la infamia maniatada por miedos y verdugos.
Pero siempre,
sin tregua ni armisticio,
desmalezamos muerte,
paso a paso,
y paso a paso levantamos sueños
para fundar feraces primaveras, horizontes, rocíos vagabundos.
Y ahora podemos compartir la hogaza en la mesa redonda,
sin sitiales,
donde nadie amordaza a los gorriones,
los cántaros escancian agua fresca,
la risa es franca,
los manteles pulcros,
y los hijos son alas turbulentas que a veces suelen encender el vuelo
calzando,
en la cintura adolescente,
ideales de breves desarraigos,
una intención de cielos en capullo,
pero siempre regresan,
a querernos,
a compartir las dichas y las penas.
Porque no somos sino labradores,
dualidades de luces y penumbras,
sonrisa y llanto,
gritos y susurros
ungidos a un amor encallecido que resiste,
obstinado,
frente al odio,
porque la vida es esto que sucede bajo edredón de agobios,
al crepúsculo.

Del libro A espaldas del silencio de NORMA SEGADES-MANIAS
Publicado en Editorial Alebrijes

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