viernes, 26 de octubre de 2012

CONTEMPLACIÓN


I

No te me acerques tanto. Quiero verte
lentamente, en detalle y perspectiva;
a medio alcance, donde el tacto aún viva,
mas sin que la libido se despierte.

Muy cercano el paisaje se convierte
en memoria de datos, narrativa
de lo que ayer se contempló, y me priva
del gozo del conjunto al ofrecerte.

El beso nos anula el panorama.
En desnudez, y junto a mí, en la cama,
mi afán es observarte sin deseo,

por tiempo, si no extenso, tembloroso.
Más tarde, el reventón voluptuoso
alcanzará su auténtico apogeo.

II

Se acentúa el impulso del instinto
cuanto más se retarda su exigencia,
por eso me contengo. La impaciencia,
dulce bestia en arcano laberinto.

Su afán de huir, volar de tal recinto,
incrementa el ardor, la persistencia
en alcanzar su fin, y a más urgencia,
mayor su frenesí y más variopinto.

Al contemplarte en el confín del roce,
sin ejercerlo, mi alma reconoce
nuevos niveles de voracidad.

Por eso no te toco, ni te beso,
sólo te observo, mágico proceso
que acentúa mi erótica ansiedad.

III

También tú me contemplas, insistente,
mas en quietud a borde de estallido;
hay gritos en tus ojos, y hay bramido
de toro bravo en mi metal candente.

Toca a su fin la observación presente,
recabada la cresta del sentido;
se nos queda el paisaje adormecido,
y la fusión se opera de repente.

Ya somos uno, y como tal no veo
tu propia imagen, porque la flanqueo,
y envuelta queda de mi propio yo.

Estás en mí, y en ti me profundizo.
ya no eres el paisaje movedizo,
sino el misterio que me aprisionó.

FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-

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