jueves, 19 de julio de 2012

UNA PREGUNTA INDISCRETA



-Padre, ya soy mayor. Según le Ley, es ahora cuando me tienes que contestar a la Pregunta.
-Sí, hijo, así ordena la Ley - el hombre, de unos cuarenta años, se mesa la canosa barba y observa con gesto serio a su hijo.
-¿De dónde venimos realmente? Esta cúpula geodésica en Marte no es nuestro hogar natural.
Unos segundos de silencio. Después, el hombre responde a su unigénito:
-Procedemos de… la Tierra.
-¿La gran estrella brillante que contemplamos muchas noches en nuestros cielos? ¿El planeta azul? – el joven tiene en sus ojos el brillo de la excitación.
-Sí, la Tierra – contesta su progenitor.
-¿Por qué nos fuimos de la Tierra?
-Porque la habíamos vuelto inhabitable… éramos demasiados para tan pocos recursos y, además, destruimos sin pensar en el futuro.
Queda la Pregunta definitiva:
-Pero, padre ¿porqué, si éramos tantos, somos tan pocos en Marte?
El chaval modula las palabras lentamente. Lo que su padre vaya a revelarle deberá guardarlo dentro de sí hasta que sus descendientes, llegada la edad convenida, le hagan esa misma pregunta. Es una carga, lo sabe, pero está obligado a aceptarla.
-Solos unos pocos embarcaron. Al resto se le abandonó a su suerte. Los que huyeron deberían haber construido naves para todos, pero los engañaron, y trabajaron solo para ellos. Sobrevivieron los más egoístas, lo peor de la raza humana. Su condena, nuestra condena, es pervivir en un mundo ajeno, con pocos recursos y sin futuro…
Queda el silencio entre padre e hijo, que ahora comparten un pecado pasado y común…

Francisco José Segovia Ramos (España)
Publicado en la revista digital Minatura 119

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