Se fue lejos
apegada al crepúsculo
de un pájaro azul
necesitado de amaneceres.
Tú quedaste sobre la arena
perdida en el salitre
que se desboca ante tus playas
frente al viejo campanario
cubierto de esperanzas.
Un vigía se enfrentó al oleaje,
apartó la incertidumbre
alumbrando nuevos espacios.
Aquí el cielo,
puede pintarse de gris
como la equivocada esquina
que nos destierra.
Reynaldo Armesto Oliva. Cuba
Publicado en la revista Oriflama 17
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